jueves, 24 de marzo de 2011

El arte de contar historias

Detrás de la mezquita Omeya se encuentra la cafetería Al Nafwara. No es muy diferente de cualquier otra que podamos encontrar en la medina vieja, y sin embargo es única. Todos los días, tras la última oración, acude al lugar un personaje casi legendario: Abu Shadi. Atraviesa el establecimiento con lentitud, debido a su avanzada edad, mientras los parroquianos le abren camino con respeto y admiración. Los turistas observan la escena desconcertados. No saben que Abu Shadi es el último cuenta cuentos de Damasco.

El cuenta cuentos o hakauati, es una persona que se dedica a narrar todo tipo de historias a un público. Unos días tocan tórridos cuentos de amor extraídos de las mil y una noches. Otras veces, por ejemplo, narra vibrantes aventuras ambientadas en la invasión de los mamelucos. Desde lo alto del estrado, Abu Shadi hipnotiza al público con su profunda voz, que varía en función del personaje al que encarna. En los momentos álgidos levanta un sable y golpea una mesa, dejando a los espectadores mudos. También sabe intercalar momentos de humor para romper la tensión. En ocasiones golpea con un bastón a algún infortunado camarero que ha tenido la ocurrencia de cruzar delante de él en pleno relato. Por desgracia, para muchos la figura del hakauati supone los últimos rescoldos de una vieja tradición a punto de extinguirse. Por el momento, Abu Shadi sigue acudiendo puntual a su cita y agradece cualquier aportación que ayude a mantener vivo el arte de contar historias.

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