martes, 17 de mayo de 2011

La mirada triste del nómada

Cuando mira al pasado, ve los enormes campos de su abuelo en la aldea de Beit Yebrin. Desde los prósperos tiempos de su infancia hasta la actualidad se encuentra medio siglo de penalidades, una vida marcada por el éxodo. Su biografía es un fiel reflejo de la historia contemporánea Palestina. Se llama Mohamed Azzen.

Su abuelo poseía numerosas tierras y rebaños que daban sustento a su familia. La casa familiar funcionaba como lugar de reuniones para toda la comunidad y era conocida como `Alhara´, que en árabe significa `el barrio´. Los Azen eran una de las familias más influyentes de Beit Yebrin. El 28 de noviembre de 1948 el ejército israelí destruyó la aldea. En tan solo 24 horas, Azen y su familia se habían convertido en refugiados y Beit Yebrin era recuerdo. Los años siguientes permanecieron en Hebrón vendiendo los animales que habían conseguido salvar del ataque.

En 1954 y con el hambre como único equipaje, se dirigieron al recién creado campo de refugiados de Aida, en Belén. La vida allí no era fácil. Los refugiados malvivían en las tiendas proporcionadas por la ONU. A menudo, el viento amenazaba con arrancarlas de cuajo. Azen recuerda cómo sujetaba la estaca central para evitar que la tienda saliese volando.

A pesar de las dificultades, Mohamed logró completar su educación. Con el tiempo, las tiendas de campaña fueron sustituidas por casas y Mohamed el estudiante dio paso al profesor Azen. Tras una vida dedicada a la enseñanza y con 11 hijos y decenas de nietos se siente orgulloso. Dos de ellos trabajan como ingenieros en EE UU y le envían dinero regularmente.

Tras casi 60 años en el campamento de Aida, Azen recuerda el día en que pudo haberlo perdido todo. En 1967, el ejército israelí se disponía a expulsar a la población de Belén a Jordania. Azen plantó cara a un oficial, insistiéndole en que no tenían otro lugar al que ir.


-¿Es esa tu familia?
-Sí.
-¿Dónde está tu casa?
-Allí.
-Podéis quedaros.

Ese día, Azen aseguró el porvenir de su familia y de muchos otros belemnitas que siguieron su ejemplo y todavía hoy le dan las gracias por su valiente intervención.

Mohamed Azzen

domingo, 1 de mayo de 2011

Con Dios de su lado

Los asentamientos judíos en Cisjordania generan una tensión que a menudo deriva en actos violentos

El pasado 11 de Abril cinco miembros de una familia fueron asesinados en el asentamiento judío de Itamar, en Cisjordania. La respuesta por parte de los colonos no se hizo esperar. En las últimas semanas, éstos han protagonizado episodios de violencia por todo el territorio, incluyendo ataques verbales y físicos contra las comunidades palestinas. El gobierno israelí, lejos de condenar estas actuaciones, ha anunciado que se construirán 500 nuevas casas en asentamientos como castigo por los asesinatos.

Hebrón o Al Khalil, como lo denominan los palestinos, es el paradigma de la tensión entre nativos y colonos. Judíos y musulmanes mantienen vidas paralelas que raramente se cruzan. El único punto de encuentro es la Tumba de los Patriarcas, en la que se encuentran enterrados Abraham, su hijo Isaac y otras figuras prominentes en ambas religiones. A pesar de ello, el edificio en el que se encuentra el sepulcro es un híbrido, mitad mezquita mitad sinagoga, al que los practicantes acuden con el mismo objetivo sin llegar a verse.

La población de esta ciudad asciende a 160.000 habitantes, de los cuales 600 son colonos judíos distribuidos en asentamientos en pleno centro de la ciudad. Aunque su porcentaje sea reducido su presencia se hace notar por toda la ciudad. En muchas ocasiones, deteriorando la calidad de vida de los ciudadanos palestinos. En el barrio antiguo sorprende al visitante comprobar que todo el mercado se encuentra cubierto por redes metálicas. Al contemplarlas, enseguida se le acercará algún tendero para explicar su cometido: Protegerse de la basura que arrojan los colonos sobre ellos.

La beligerancia de los colonos se debe a que el Estado de Israel se basa en la idea del regreso a la tierra prometida por Dios. Hebrón es una ciudad clave para el movimiento sionista. Allí fue donde vivieron Adán y Eva tras ser expulsados del Edén. El gobierno israelí potencia ese sentimiento religioso-nacionalista, además de ayudar económicamente a los colonos e impulsarles a llevar armas para defenderse de ataques terroristas. El 25 de febrero de 1994 ha quedado impreso en la memoria de todos los palestinos. Ese día un colono judío entró en la Tumba de los Patriarcas armado con un rifle: 29 musulmanes fallecieron y 125 resultaron heridos. A pesar de que el gobierno sionista condenó esta masacre, aún puede contemplarse una placa en su honor en la calle principal de Hebrón.

El Alternative Information Center es una organización que trata de alcanzar el diálogo entre Israel y Palestina. Ahmed Abu Hania, colaborador del AIC, opina que los judíos, especialmente los colonos, se encuentran en una situación compleja: "Vienen con la idea de formar una familia, de obtener una casa. Querían la tierra prometida y han encontrado el infierno". La ONU considera ilegales los asentamientos, aún así los colonos no parecen dispuestos a abandonarlos. Y es que es difícil dialogar con alguien que dice tener a Dios de su lado.